sábado, 29 de abril de 2017

LA ASISTENCIA PRIMARIA EXHAUSTA

               Llevo más de 35 años ejerciendo en atención primaria (AP) de la salud en Catalunya y en casi todos los ámbitos posibles y nunca antes la había visto tan exhausta, la sobrecarga de trabajo, siempre presente, ha aumentado hasta un punto inadmisible y peligroso, las causas son sabidas:
                Poco dinero para la AP: tema crónico agravado por los "recortes", datos del Sindicat de Metges muestran que el presupuesto para la AP se ha reducido un 25% desde el 2007.
               La sobrecarga asistencial preexistente se agrava, 1.100 médicos de familia y pediatras menos del 2007 al 2016 (de 6.819 a 5.747). En enfermería las pérdidas son similares.  Somos muchos los profesionales que superamos los 2000 ciudadanos asignados     
               Mayor complejidad de los pacientes y de su manejo ¿causas?: razones sociales (aumento de la pobreza), de edad, de pluripatología. La "centrifugación" de pacientes desde otros niveles asistenciales. Las crecientes dificultades para que se acepten nuestras derivaciones y para acceder a pruebas complementarias (una pregunta :¿por qué tiene que ser este profesional quien dé la cara ante el paciente para comunicárselo?) rechazadas a menudo más por cuestiones económicas que por criterio médico . Afectados por las demoras a especialistas o que han dejado de ser atendidos en los hospitales  y que acaban en nuestras consultas. Visitas no presenciales (llamadas telefónicas, e-consulting, visitas "virtuales", alertas médicas) sin tiempo asignado para realizarlas y con la misma responsabilidad legal.
            El incremento de la burocracia, que a menudo hay que hacerla fuera del horario laboral, infinidad de correos electrónicos informando de los frecuentes cambios de procesos de trabajo, numerosas reuniones organizativas y de control (ambas, correos y reuniones cada vez más rechazadas en grandes empresas privadas por mermar la productividad). Informes y certificados por las cosas más inverosímiles y de las que el resto de la Administración es fuente inagotables de sorprendentes exigencias. Cambios continuos: informáticos en historia clínica,  protocolos de derivación del enfermo, en protocolos diagnósticos y terapéuticos que, en algunas ocasiones, contradicen recomendaciones  de sociedades científicas nacionales e internacionales.
                La empresa nunca ha respetado la división legalmente  acordada del tiempo de jornada impidiendonos hacer otras tareas: formación, investigación, salud comunitaria, educación para la salud, etc.       
               Cada vez se necesita más tiempo de atención para un paciente  inmerso en unas agendas que asiduamente pasan de 35-40 visitas diarias y "da" unos seis u ocho minutos por visita y cada paciente puede consultar por diversos y muy variados motivos que hay que atender "in situ". Introducir datos en el ordenador, verdadera obsesión de los gestores, dificulta la visita ¿da igual? parece que sí. El gestor olvida que trabajamos en servicios personales de alta complejidad y parece que tiene más interés en que trabajemos como en una cadena de montaje de manufacturas. ¿Pretenden, tal vez, que seamos la esponja que absorba el malestar ciudadano por las demoras de todo el sistema. 
                La gestión es un "caos organizado",  los expertos dicen que la sensación de descontrol de un mal gestor se traduce en más medidas de presión. No és casual que los directores de los CAPs pasaran de ser elegidos por los compañeros a ser nombrados  desde la cúpula. Han aumentado las figuras de control substrayendo más manos de la asistencia, así  las órdenes corren más eficazmente desde la cúpula a las trincheras pero ninguna propuesta de la base sube a las alturas y si el profesional no es escuchado crecen el desánimo y la desmotivación. Tal vez esa sea la intención.  Rematan la estrategia creando unidades de gestión que incluyen  a dos o más CAPs y el director se hace más huidizo para debatir la toma de decisiones o para sentir de cerca el sufrimiento de los que, hasta ayer, eran sus compañeros ¿Objectivo logrado?  ¿Pretenden quizás que seamos la esponja que absorba el malestar de los ciudadanos por las demoras y carencias de todo el sistema?                                                                                                                    
                Los instrumentos  gerencialistas de estándares de calitat (EQ) y de dirección por objectivos (DPOs) desplazan el control de la consulta del sanitario al gestor y aumentan el riesgo de incurrir en mala praxis asistencial, eso ya se discute muy seriamente en Inglaterra, la propia comisión de deontología médica de la OMC las denunció como un riesgo de vulneración del código ético hacia el 2009.  Los directores de CAP y adjuntos deberían reflexionar y hacer autocrítica sobre su papel de brazo ejecutor de esas directrices, a menudo con amenazas, más de tres veces me han dicho  diferentes gestores: "si no te gusta la empresa, vete" y uno le dijo a una comapañera: "no me malinterpretes, si tuviera que elegir a una médico de familia para mí y mi familia series tu, pero no eres rentable para la empresa". Deberían reflexionar, digo, y ¿ por què no? dimitir tots en bloque para que más arriba se replanteen lo que están haciendo a l'AP  y a los pacientes.
                Habría que evaluar el papel de los gestores como generadores de desigualdades en salud y de variabilidad clínica entre  territorios (¿por qué  yo  puedo pedir una RM y a cuatro kilómetros los compañeros de otro CAP no pueden?), el mal uso de una llamada autonomía de gestión puede llevar a que un director imponga unas condiciones allá y otro, otras diferentes acullá. Eso se añade a la que ya se genera por las diferentes carteras de servicios contratadas con los diferentes proveedores de servicios sanitarios, por ejemplo: un servicio no puede aplicar una técnica "x" y los pacientes de la zona colindante, con otro proveedor, sí y los mecanismos de "compensación" fallan con demasiada frecuencia.
                Las condiciones laborales han empeorado mucho para los profesionales y son ya muy conocidos los efectos de la precariedad sobre la salud física y psíquica de los trabajadores, pero se habla menos de otros dos: los errores y los retrasos diagnósticos que caen sobre el ciudadano.
                La jornada habitual de los facultativos es imposible de realizar  sin perjudicar nuestra salud y poner en riesgo la del paciente. Con nuestra queja velamos por la salud de todos, profesionales  y pacientes.
                La gran mayoría de los profesionales de la AP creemos en lo tarea que hacemos y queremos un sistema que garantice su supervivència y para mi está claro que eso sólo es posible en un sistema cien por cien público y sin técnicas de gestión propias del sector privado y de producción de bienes de consumo, nuestra salud no lo es.

                Los dirigentes de la sanidad conocen las "motivaciones intrínsecas" de nuestro trabajo y abusan de ellas. Saben que no abandonaremos a la sra. Ana o al sr. Antonio, pero muchos empiezan a entender que aguantando conseguimos el efecto contrario, que políticos y gestores sigan haciendo lo mismo y es preciso cambiar. El cambio  es posible, buena parte de los remedios son de tipo normativo y de gestión-organización y  i no requieren grandes inversiones económicas, sólo voluntad política. 

Destruyendo la Asistencia Primaria (AP)

     Un intermediario del comercio me dijo hace años: "si quieres ganar dinero, compra a kilos y vende a gramos". Parece que los dirigentes de la sanidad piensan igual. El nefasto Josep Prat i Domenech (lo recuerdan?) desde su presidencia en el ICS lo intentó con su propia empresa que, no lo olvidemos, era y es una empresa pública, quiso fragmentarlo en consorcios (personificación jurídica mucho menos exigente en el control del dinero público) de menor tamaño y venderlos a entidades privadas. En Lleida tuvo su Waterloo, buena parte de la ciudadanía salió a la calle para defender la empresa ICS de sus propios gestores, la veían mucho más próximo a una sanidad pública que lo que pretendían imponer.

      La idea sigue viva, desde hace unos años la aplican a la atención primaria (AP). La fórmula es sencilla, se delimita un colectivo de la población apetecible para cierto sector privado, se incentiva (positiva y negativamente) a los profesionales de la AP a registrar informáticamente y de forma exhaustiva todas las actuaciones realizadas sobre dicho colectivo lo que permite tasar muy ajustadamente el costo sanitario de cada paciente; se les "empaqueta" y "etiqueta" con un nombre: pacientes PADES o ATDOM o PCC; se saca a concurso la asistencia a ese "paquete" en el "mercado de proveedores sanitarios" y automáticamente, por ley, el ICS no puede concursar por ser instrumento propio del CatSalut.

      Una vez en manos de la empresa que ganadora pueden pasar dos cosas: primera, los ciudadanos afectados serán visitados por profesionales de dicha empresa y pierden contacto con los que les han visitado desde hace años. Hoy día hablamos de pacientes mayores, frágiles y complejos por múltiples factores en su inmensa mayoría. Segundo, lo ideal para dicha empresa, que se haga el contrato del servicio y cobre aquella empresa, pero que el mayor peso del trabajo siga recayendo sobre el personal del CAP, es decir la AP, eso sí, sin los recursos que se lleva aquella empresa.  

En diversas zonas del entorno de Barcelona ya se ha hecho esta maniobra con algún colectivo de ciudadanos (el dos Vallesos, l'Hospitalet , Sarrià...), ganados por la misma entidad privada.

Muchos pacientes sienten que su doctora o enfermera de siempre les deja en los últimos momentos de su vida y lo manifiestan con amargura. La AP pierde uno de sus rasgos más importantes: la longitudinalidad de la asistencia, hasta el final, lo que suele aportar calidad y calidez a la atención prestada. Los profesionales protestan pero ahogados por una gran sobrecarga bien fomentada por los gestores y, en algunos centros, afectados por estrategias organizativas que ya les iban desvinculando de algunos pacientes,  acaban resignándose. Hay que recalcar que esas estrategias son transmitidas y ejecutadas con empeño, presiones y más de un engaño por los que antes fueron compañeros y ahora andan metidos en la gestión.


Unos pocos ganan, muchos pierden y a la AP la van reduciendo progresivamente, tal vez nos dejen para urgencias,  quizás reediten una nueva "Beneficencia" ¿recuerdan? o simplemente la hagan desaparecer, tal vez porque no somos un gran negocio privado, somos un buen servicio público y molestamos en el mercadeo de la asistencia sanitaria, lo que prima es el negocio al estilo USA.