martes, 12 de enero de 2010

Dos grandes pilares de las relaciones sociales de todas las épocas y sociedades son la violencia y la alienación, por eso la mentira es estructuralmente imprescindible. El pueblo sabio e intuitivo lo conoce con la frase “el palo y la zanahoria”. Lo más paradójico del hombre es que siempre ha intentado huir de la naturaleza de la que forma parte de manera inexorable, y lo más sorprendente es que para lograrlo no ha hecho más que potenciar histórica y constantemente las peores características de su propia naturaleza.

La alienación es radical, respecto de su propio ser en y de la naturaleza (apropiación y destrucción del entorno). Alienación respecto de ser-social potenciando los aspectos más destructivos de las relaciones sociales (competencia contra cooperación) y alienación respecto del ser en sí mismo (esclavitud, violencia de género), si degrado a un ser humano no sólo me degrado a mí mismo, sino que genero la “realidad” que me puede hacer esclavo a mí algún día. Sólo alguien que esté muy seguro de que nunca se verá en ese trance o un alienado pueden obviar esa verdad.

La violencia no es esencial al ser humano, pero es un factor estructural de nuestra sociedad. En cada ámbito y en cada peldaño de la misma el orden se sostiene por un mayor o menor grado de violencia, más o meno sutil, más o menos explícita, por eso se ha tolerado tanto en el ámbito doméstico, por eso se sigue negando su existencia en ciertos espacios públicos como en la escuela, si la violencia se intuye como formativa y consustancial, es muy difícil que se combata, incluso que se perciba. Tan importante como denunciar al violento, es detectar las formas más sutiles de las violencias y las coartadas y justificaciones que se le dan.

Nadie comprende mejor a un violento que otro violento. Mismo código, mismo lenguaje, acatarán sin dudas la jerarquía que la violencia les depare.

No hay comentarios:

Publicar un comentario